Y el café (3)

Extra: Ahora, tomo café con mesura. Guayoyo y sin azúcar, siempre caliente, para pensar mientras soplo, aunque a veces me distraiga y me queme la lengua

¡me cuesta días el error!

(has de saber los escollos de quemarte la lengua con él)

En la calle: preferiblemente en taza de cerámica blanca y en compañía.

En casa: siempre en mi taza de gres, merideña y regalada con cariño (¿podría ser mejor?).

El grano: casi siempre regalado (con cariño también) pero con la confianza de valorar: «tiene un dejo con sabor a moho», «el tostado está muy claro», o simple y caprichosamente un: «no sé, ese no me gusta».

 

Mi taza de gres
Mi taza de gres y mi guayoyo

 

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Y el café (2)

Y recuerdo que desde chica, siempre fui una vieja, que saludaba a l@s viej@s, jugaba ajedrez con los de la plaza y tomaba café con los profesores en la panadería de arriba.

Capital relacional,

desde pequeña, te codeas con los profesores en la panadería de arriba, les das los buenos días y te miran raro porque eres una carajita y solo pides un café:

negro y sin azúcar.

Mi mamá no lo sabía, no creo que aun lo sepa.

 

Alguna vez, vi allí a mi futuro primer novio, tomando café también, era un año más joven que yo, pero igual de viejo… que yo, y que los profesores y que los otros viejos que paraban allí a tomar café antes de hacer

todo eso que hacían los viejos.


Y acabo de encontrar mis primeros cafés voluntarios, ¿necesarios?

En esa panadería de arriba, preguntándome ¿cómo me gusta? ¿cómo lo quiero?

 No sabía extrañar la cerámica, ni la cucharita de acero, ni estar sentada. Me bastaba con en el vasito de plástico con pitillo delgado como removedor, con la crema color almendra… para estimular mis neuronas, despertar, agradecer con sonrisa en el pensamiento, con mirada hacia el infinito, ordenando mi día, controlándo todo, pensando siempre en lo que escribiría y en un futuro mejor*.

*Siempre si llegó. Siempre llega.

Me hacía soñar y organizarme

justo como ahora lo hace una buena taza de café especial.

Creo que usaban un buen grano, una buena máquina, un buen tostado… aunque yo no lo sabía, pero mi paladar, viejo, me hacía quedarme allí.

 

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Y el café (1)

Me interesa la bebida y el olor, las cafeterías buenas y su ambiente

Y me interesa el tipo de tostado y el origen del grano, que lo muelan justo antes de servirme la taza.

Me convida la paz que se respira en esas, que ven al Ávila,

en las que te sonríen,

hay wifi

no te preocupas porque te roben

y nadie viene a pedir limosna.

En las que no hay que temer porque te saquen del idilio, de la quimera, de la utopía, de la ilusión…

de la taza de café especial.


Y es que ahora, temo tomar café en las visitas, porque no sé qué marca es, qué origen tiene, dónde lo compran, dónde lo muelen…

Me tenso cuando me ofrecen, porque podrían servírmelo dulce, mientras yo lo quiero con acidez y retrogusto como de ceniza…

y yo no puedo decir que no; todavía no sé decir que no.


Y ahora condeno a mis amigos: «este café lo hiciste con agua del chorro»

¿cómo se atreve?

– yo que le di mi confianza-

¡QUÉ INSOLENTE!


Es posible que me esté convirtiendo en esa señora, que en unos años, arrugará la cara si no le gusta el café, que lo devolverá; que pedirá al gerente, o que se meterá detrás del mostrador: «presta acá», dirá, mientras retira al «pseudobarista» para preparar ella misma su café.

No, yo no podría ser ella.

Aunque,

desde chica,

siempre he sido vieja.

cafe manos
Imagen en

 

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Irse

Irse, ¿cuándo es el momento de irse?

Irse, venirse y quedarse… (todas son las cuestiones)

Irse, ¿cuándo es el momento de irse?

¿siempre hay que irse?
¿obligatoriamente hay que irse?

¿cuándo es el momento de quedarse?
R: cuando son las 9, y ya es tarde

*Risas*

-venirse-

¿le han obligado a venirse?
cuánto gusto

Pero más bien estoy hablando de irse, a muchos les han obligado a irse.
Irse e irse y fotos de irse hemos visto a montones, como íconos, simbología del S/XXI para los de este lugar, que ahora están en todos lados.

Irse,

hablar de irse, ¿es irse?
Extrañar irse, ¿es regresar?

Pierde mucho el sentido si… «te me vienes» o «te me vas».

Policíaca

Como poderosa arma de fuego

de bala dura y húmeda,

quiero que te dispares en mí…

IN-SIS-TEN-TE-MEN-TE

 

Te arrestaré con la punta de los pies,

apresándote con los muslos.

Lo mereces, por reincidente.

 

sexy feet
Tomada de